Las vallas de Pacho Santos
¿Son las FARC lo mismo que el Cartel de Medellín?
Uribe jura que en Colombia no existe ningún conflicto armado y que lo que existe es el enfrentamiento de hampones, bandidos como él los llama, contra Colombia.
Pacho Santos hizo su valla inspirado en este sofisma de Uribe.
Uribe ha planteado siempre que no existe ninguna diferencia entre los guerrilleros y los criminales narcotraficantes. Pacho Santos sólo repitió tardíamente las “tesis” de Uribe con una valla. Lo que hizo Pacho Santos es incorrecto, disociador, polarizante y hasta ilegal, pero de acuerdo a la charlatanería uribista no es nada nuevo ni nada que sorprenda a la nación, pues viene de la misma retahíla trillada de Uribe que ha repetido invariable e interminablemente por años.
Esa afirmación de que las FARC son bandidos corrientes es un sofisma que fomenta y publicita la ignorancia del pueblo de la que el mismo Uribe es culpable y a la que se ha dedicado a promover en sus largos doce años de vida pública.
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Todos los colombianos que hayan visto de cerca el narcotráfico saben muy bien que esta actividad criminal consiste en el tráfico o mercado de drogas ilegales. Es un comercio ilegal.
El narcotráfico no es la producción ni la distribución de estupefacientes a los mercados de la droga. El narcotráfico es el mercadeo o tráfico de drogas ilegales. El narcotráfico es comercio ilícito de drogas. El narcotráfico es 100% comercio y nada más que comercio.
Este comercio ilegal es el que incentiva el consumo, hasta regalando droga a jóvenes, y garantiza el por mayoreo y detalléo de la mercancía, o sea de la droga ilegal. Este comercio, este eje de consumo y mercadeo de la droga ilegal es al que se le llama narcotráfico.
Es la misma diferencia que todos conocemos entre el comercio del café y la producción del café. El comercio del café podría paralelamente llamarse cafetráfico, traficar o comerciar con café.
La palabra tráfico no significa abastecer al mercado, sino que es el mercado mismo.
El tráfico de una carretera son los carros que ruedan por ella. No es la fabricación de carros.
El sofisma consiste en decir que sin la fabricación de carros no habría tráfico. ¿Parece lógico, verdad?
Pero no es así. El tráfico existe porque la población tiene que movilizarse. Las características del tráfico son inherentes a la movilización de las personas desde caminar, usar una moto o tomar un avión (tráfico aéreo). El carro es una de las opciones para movilizarse.
El tránsito tiene que ver con conductas sociales, concentraciones de vivienda, de estudio, de recreación y de trabajo.
La fabricación de carros tiene que ver con la ingeniería y la física.
En realidad son dos actividades independientes y muy diferentes la una de la otra.
Llamar productor de drogas ilegales a un narcotraficante es tan errado como llamar narcotraficante a un productor de drogas ilegales.
Hacerlo es demostración de una ignorancia crasa para distinguir consumo de fabricación. Por esta distinción tan clara entre narcotraficantes y productores de drogas ilegales es que existen las famosas tesis de los Estados Unidos de que si se elimina la producción de droga ilegal se acaba el consumo. O la tesis opuesta de Colombia de que si se acaba el consumo (demanda) se acaba la producción (oferta). A pesar de que ambas no tengan la relación total que se les da (pues el opio es primordial para la morfina (de la que se deriva la heroina) supremo paliativo o analgésico en medicina y la hoja de coca es una reconocida variedad de té).
Los narcotraficantes son los que compran diferentes cantidades de droga en distintos lugares de producción, a nivel mundial, y se encargan de hacerla llegar al consumo en los mercados de la droga ilícita.
Las FARC son uno de los grandes productores de droga en el mundo, compite con otros países, como Afganistán, para surtir a los narcotraficantes.
Los carteles son nombres que se les da a las super cadenas clandestinas del comercio de la droga ilegal. Son los dueños de grandes supermercados internacionales de droga ilícita.
El Cartel de Medellín de los años 80 es semejante a los grandes carteles de la droga del sigloXXI. El más grande, el más importante y el único cartel dominante del mundo hoy en día es el de Sinaloa, le compite Los Zetas ambos de Méjico, Ndrangheta de Italia, Cartel de Juarez de Méjico, Rastrojos de Colombia, Gulf Cartel de Méjico, United Wa State Army de Birmania, Solntsevskaya Bratva de Rusia, Texis de San Salvador y Tijuana de Méjico. Estos son los carteles que controlan todos los mercados de droga ilícita en el mundo y son los que compran la mayor cantidad de drogas de todos los países productores.
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A ningún cartel de narcotráfico le interesa en lo más mínimo la política. Su actividad se concentra en la seguridad y expansión de su mercado ilegal en el cual tienen que enfrentar competidores convencidos y la ley en todas sus manifestaciones.
La muerte, principalmente de policías y excepcionalmente militares, es muy baja y responde a los obstáculos directos que los uniformados puedan hacerle a las actividades ilegales de los narcotraficantes.
Esto es un cortante y diametral contraste con las organizaciones armadas insurreccionales como las FARC para las cuáles el enfrentamiento contra todas las fuerzas armadas del estado es estratégica ya que buscan prioritariamente la derrota de las fuerzas militares para facilitar su toma del poder.
Por la misma razón de que los narcotraficantes son criminales ordinarios, civiles que usan armas para cometer delitos, es que no pueden existir bombardeos ni enfrentamientos de combate entre las fuerzas militares y los narcotraficantes.
Pero los grupos insurreccionales como las FARC están organizados militarmente, siguen una rígida disciplina y un constante entrenamiento militar, se dividen en frentes de combate militar con diferentes nombres y números y su estructura y cadena de mando son completamente militares. Al ser las FARC un ejército militar insurreccional el estado tiene todo el derecho de enfrentarlos con sus superiores fuerzas armadas, de usar todo su armamento y técnicas militares para derrotarlos en una guerra contra una fuerza insurreccional de capacidad militar que supera la capacidad de la policía.
Es obvio que en el enfrentamiento militar entre el gobierno y las fuerzas insurreccionales de las FARC las bajas tengan que ser mayoritariamente militares, policías y guerrilleros.
También todos los colombianos han oído del continuo hostigamiento, emboscadas y ataques que las FARC hacen a las fuerzas militares del gobierno y de la respuesta contundente que las fuerzas militares de Colombia le dan con su fuerza aérea, naval, terrestre y de especializados contingentes de contrainsurgencia. Porque las FARC son insurgencia.
Para nadie está oculto que tanto las FARC como las fuerzas militares del gobierno se enfrentan armadamente y que estos enfrentamientos son un conflicto por el poder militar para apoyar una dirección política, por lo que para nadie es un secreto que esta guerra entre las fuerzas militares del gobierno y las de las FARC es un conflicto armado.
Durante los gobiernos de Uribe las fuerzas militares superaron la barrera de 4 mil bajas militares, equiparable a la sufrida por el ejército estadounidense en la guerra de Irak.
A pesar de los ataques de las FARC de los últimos dos años la proporción de estas bajas militares ha caído a niveles que nunca existieron en los gobiernos de Uribe.
Resumiendo, las FARC son una organización política armada o militarizada que busca una diferente dirección política para Colombia y que parte de su financiamiento lo hace con la producción de drogas ilegales con las que surte a narcotraficantes internacionales.
Las elecciones de financiamiento de las FARC no afectan en nada su actividad ni su carácter político. Por el contrario, cualquier financiación que las FARC elijan siempre va a terminar en el fortalecimiento de sus objetivos políticos.
Que Pablo Escobar tuviera ambiciones personales de poder político, es prácticamente una excepción entre los narcotraficantes. El cartel de Medellín fue fundado para el enriquecimiento con el tráfico internacional de drogas ilícitas y nadie por muy engañado que esté se le va a a ocurrir que el Cartel de Medellín fue creado como un partido político. Que el primo de Pablo Escobar, José Obdulio Gaviria, fuera su abogado personal y su cerebro político como José Obdulio Gaviria lo ha sido también de Uribe, demuestra lo familiar y personal de ese caso. Que Uribe haya atacado la extradición cuando fue senador por Antioquia para proteger a Pablo Escobar, el amigo personal y tan cercano de Alberto Uribe, el papá de Uribe, no le da al Cartel de Medellín ningún carácter político.
La valla financiada por Pacho Santos demuestra que las FARC son una organización insurreccional en conflicto armado con el estado y como prueba de ello le infringe las mayores bajas policiales y militares al estado.
El sofisma de que las FARC son bandidos iguales a los del Cartel de Medellín se desbarata con los hechos de que el cartel de Medellín se desintegró acabando sus cabecillas porque los narcotraficantes como Pablo Escobar al final lo que les importa son las máximas ganancias de su mercadeo ilegal y no la lealtad a la organización a la que pertenezcan. Opuestos a los narcotraficantes, las FARC tienen múltiples suplentes de su Secretariado y líderes experimentados que rápidamente sustituyen a los caídos. La muerte de Tirofijo, fundador de las FARC, como Pablo Escobar del Cartel de Medellín, solo trajo un relevo de la dirección de las FARC y líderes del calibre de Alfonso Cano y luego Timochenko tomaron su lugar sin ninguna dificultad para las FARC. Cada caído de las FARC es un héroe que incentiva, fortalece y avanza más a las FARC.
Esto sucede porque las FARC son una organización que se mueve por objetivos políticos comunes a todos ellos, objetivos e ideales que no son materiales y que ellos defienden y por los cuales dan su vida. La cohesión propia de las FARC está construida alrededor de sus objetivos. Por eso no importa cuántos líderes les maten, los objetivos políticos son la razón de su existencia. Esto es típico de las organizaciones políticas, cuando sus líderes caen sus organizaciones continúan.
Un hombre sanguinario como Pablo Escobar con delirios de poder tan grandes como los de Uribe se acaba y hasta ahí llegó su ambición política.
Pero una organización política como las FARC lo sigue siendo así muera cualquiera de sus líderes.
La diferencia es que el cartel de Medellín no tiene ninguna lucha política, su única lucha es por las máximas ganancias del tráfico de drogas ilegales.
Y las FARC tienen una lucha política desde sus bases y esta lucha política hay que darle el inteligente derecho constitucional de ser parte de la democracia colombiana en lugar de dejarlas o peor obligarlas a que sigan alimentando un conflicto armado sin salida.
Iván Márquez es un negociador. No es el Comandante de las FARC.
Comparar a un negociador, Iván Márquez, dependiente de una organización armada de intereses políticos como las FARC con un individualista codicioso de poder como Pablo Escobar, cabecilla de una organización cuyos intereses nunca fueron políticos, es un descalabro de desproporción colosal.
No existe ni rango, ni objetivos, ni bases, ni un solo punto de comparación entre Pablo Escobar e Iván Márquez.
Las FARC usan el crimen para apoyar su consciente y sólido convencimiento político.
El Cartel de Medellín es una empresa materialista de comercio ilegal cuyo objetivo es el enriquecimiento personal sin ningún sacrificio por ideales políticos ni por la política en cualesquiera de sus formas.
Cualquier persona que observe los intereses de las FARC se da cuenta que en nada se puede comparar con una organización como el Cartel de Medellín de lealtad al crimen no a su organización y cuyos miembros se han beneficiado de los minicarteles y de las bacrim, que expresan sus únicos intereses: los personales no los de ninguna organización.
Uribe engaña a los colombianos cuando dice que las FARC son “bandidos”.
Si de verdad quiere hacer creer que son bandidos entonces debe ser frentero y sin pelos en la lengua lo primero que tiene que hacer es exigir la terminación inmediata y total de los bombardeos a las FARC, porque es ilegal bombardear bandidos, puesto que son civiles que usan la violencia y el crimen para lucro personal y en Colombia no existe la pena de muerte. Si los principios de Uribe son cristianos debe exigir que se respete y cumpla estrictamente el quinto mandamiento, no matar.
Que los bandidos maten y cometan toda clase de crímenes no es motivo para sorprender ni escandalizar a nadie. Por eso son bandidos. Por eso son ilegales. Por eso son antisociales.
Lo que si escandaliza es que quienes defiendan la Constitución o los principios cristianos practiquen la pena de muerte cínicamente y violen su ejemplo de amar y respetar la vida de los demás, así sean los peores criminales.
Si Uribe no distingue el Cartel de sus paisanos de Medellín de una organización con una diversidad de colombianos que fueron quienes crearon el Partido Comunista Clandestino y quienes promulgan una política latinoamericana de bolivarismo, entonces qué conocimiento del narcotráfico y de la guerrilla puede tener Uribe para que se ponga a desinformar y engañar a la gente con sermones de seguridad, un tema en el que ha demostrado serios vacíos y crasos desconocimientos.
El departamento de Defensa de los Estados Unidos, el Pentagón, la CIA e innumerables organizaciones militares internacionales distinguen la guerra entre el ejército colombiano y las FARC como un conflicto armado, tan armado que ellos han contribuido con helicópteros de combate, armamento, municiones y sobre todo con sus conocimientos contra la insurgencia, porque la única forma de atacar la insurgencia de las FARC es con técnicas y acciones de contrainsurgencia.
¿Cómo frente a un caso donde la contrainsurgencia es la preparación central de las Fuerzas Militares de Colombia, para enfrentar a las FARC, Uribe puede creer tan ingenuos a todos los colombianos como para hacerles creer que no existe ningún conflicto armado en Colombia y que las FARC nunca han sido ni son una amenaza subversiva militar contra el estado colombiano y que solo son unos civiles armados que cometen crímenes?
José María Rodríguez González